Constantemente solemos cuestionar el comportamiento y los actos de los demás, se suele pensar que somos jueces cuando se trata de la conducta de los otros, además de comenzar a hablar y dictar sobre la honestidad o la deshonestidad que tienen, todo esto sin analizarnos a nosotros mismos.
El juicio moral es una facultad del alma que permite diferenciar entre el bien y el mal, poniéndolo en palabras, el juicio es una opinión o un dictamen.
La moral, por otra parte, está asociada a las costumbres, valores, creencias y normas de una persona o de un grupo social, esta funciona como una guía para actuar ya que distingue entre lo correcto y lo incorrecto.
Se conoce como juicio moral, por lo tanto, al acto mental que establece si una cierta conducta o situación tiene contenido ético o, por el contrario, carece de estos principios. Este se realiza desde el sentido moral de cada persona y responde a una serie de normas y reglas que se adquieren a lo largo de la vida. En otras ocasiones intentamos dar razones que convenzan a las personas que nos rodean de que nuestros actos han tenido que realizarse así y no de otra manera.
¿Cómo son posibles los comportamientos moralmente reprochables?, ¿qué es lo que hace que en un momento determinado podamos pronunciarnos sobre la bondad o maldad de un acto?
Se puede afirmar que los juicios morales son posibles por el sentido moral, es el conjunto de esquemas, normas y reglas que hemos adquirido a través de nuestra educación, familia y medio ambiente, y que mantenemos en el momento de emitir un juicio moral ya que si revisamos nuestra propia historia individual, podremos recordar, con facilidad, lo que a lo largo de ella se nos ha transmitido, un conjunto de reglas o normas morales, pautas de conducta, pero ¿Quién nos las ha transmitido?
En primer lugar, nuestra familia y después, las instituciones educativas donde nos educamos, la sociedad donde vivimos y crecemos. Solemos escuchar acerca de lo que es bueno y lo que es malo, o por lo menos, lo que nuestros educadores consideraban bueno y malo, así que antes este aprendizaje y ante esas normas de conducta hemos podido obtener tres actitudes:
> Rechazo.
> Indiferencia.
> Aceptación.
Los comportamientos moralmente reprochables son individuales y son posibles gracias al sentido moral, estos no son comprobables, no son ni verdaderos ni falsos. El juicio moral es siempre, en última instancia, un juicio individual: soy yo quien niega o aprueba una acción sea buena o mala, y aunque no coincida con la opinión de las otras personas, puedo mantener un juicio moral si mi consciencia así mismo me lo exige. Aparte, en un juicio moral es aceptado por unos y negado por otros, sin importar esto, sigue siendo un juicio moral.
Comentarios
Publicar un comentario